En 1940, los médicos Allen & Hines describieron por primera vez un trastorno común del tejido adiposo subcutáneo caracterizado por agrandamiento de ambas extremidades inferiores acompañado de una amplia gama de problemas físicos como pesadez, debilidad, dolor, y dificultades para caminar. Este trastorno es conocido hoy en día como lipedema.
En la clínica, el lipedema frecuentemente se confunde y diagnostica erróneamente como obesidad, linfedema, lipodistrofia u otros trastornos asociados al tejido graso. Esta patología, que afecta hasta al 11% de las mujeres, se distingue en su manifestación porque afecta únicamente a las extremidades superiores e inferiores con un depósito desproporcionado de grasa subcutánea, pero siempre respetando las manos y los pies. Aunque el diagnóstico de lipedema no excluye la presencia de obesidad y linfedema, es fundamental tanto en Medicina como en Fisioterapia tener un diagnóstico correcto para controlar los síntomas en las etapas tempranas de la enfermedad.
¿Cómo se hace el diagnóstico de lipedema?
Los criterios diagnósticos del lipedema fueron descritos por primera vez en 1951, pero han sido modificados en los últimos años, siendo los criterios más actualizados los siguientes:
- Casi exclusiva en mujeres.
- Naturaleza bilateral y simétrica con mínima afectación de los pies y las manos
- Edema mínimo con fóvea
- Dolor y sensibilidad aumentada
- Agrandamiento persistente a pesar de elevación de extremidades o pérdida de peso.
- Mayor fragilidad vascular; moretones con facilidad
¿Y cómo es el tratamiento del lipedema?
Actualmente es muy difícil dar un tratamiento definitivo para el lipedema, y este importante problema sanitario representa un gran desafío para la comunidad médica, fisioterapéutica y científica. Por lo tanto, y de acuerdo a todas las guías de práctica clínica en lipedema y fisioterapia, el abordaje de primera línea debe ser proporcionar al paciente información honesta y comprensible acerca de su patología, fomentando la comprensión y el autocuidado.
Los componentes principales en el tratamiento del lipedema, una vez diagnosticado con precisión, son múltiples. El apoyo psicosocial, incluida la gestión de las expectativas, la educación, y la reintregración social es fundamental, sin embargo, hay que destacar también el abordaje dietético, el control del peso, la actividad física y la mejora de la movilidad así como recomendaciones asociadas al cuidado de la piel, la terapia de compresión y el manejo del dolor.
¿Cuáles son los objetivos del tratamiento?
Los objetivos del tratamiento en Fisioterapia son:
1) aliviar los síntomas;
2) retardar o detener la progresión de la enfermedad; y
3) prevenir complicaciones.
El tratamiento farmacológico (corticoides, diuréticos, flavonoides, nutracéuticos, etc.) y quirúrgico no está basado en evidencia.
¿Qué puedo hacer como Fisioterapeuta?
Es esencial que el paciente y el fisioterapeuta establezcan expectativas realistas y aborden simultáneamente los problemas físicos, psicosociales y sensoriales asociados al lipedema, sabiendo detectar a través de una adecuada valoración, los factores biomédicos o psicosociales relevantes para abordarlos o para derivar a otros profesionales sanitarios, pues el manejo del lipedema con un enfoque integral beneficiará más a los pacientes que el manejo fisiopatológico básico
Educación
Para todos los pacientes, la información sobre el trastorno y la educación en el autocuidado son esenciales para el éxito a largo plazo en el tratamiento del lipedema. Estos incluyen informar al paciente que su compromiso en el plan de autocuidado tendrá muchos beneficios en su calidad de vida. Los beneficios a largo plazo se deben principalmente al control del peso, la actividad física y una compresión adecuada.
Actividad física
Los beneficios de la actividad física se han observado consistentemente a lo largo de la literatura científica y es una recomendación fuerte para los pacientes con lipedema independientemente de la gravedad de la enfermedad. La actividad física debe tener como objetivo el aumento de las capacidades físicas, el control del peso y, si es posible, una pérdida de peso realista; secundariamente, se obtendrán también beneficios asociados a la autoestima y la mejora de la autopercepción corporal. Además, se ha demostrado que los ejercicios que involucran los músculos de las piernas y las pantorrillas aumentan el drenaje linfático y el flujo venoso, reduciendo o previniendo así el edema y la inflamación de las extremidades.
El ejercicio en pacientes que padecen lipedema debe ser aeróbico y progresivo, evitando así actividades de alta intensidad que puedan provocar o agravar el dolor y la presencia de hematomas. La actividad acuática es también muy recomendable en formas de natación o entrenamiento subacuático.
Terapia linfática descongestiva
La terapia linfática descongestiva es útil para controlar el linfedema; sin embargo, ha demostrado sólo una eficacia muy limitada en el lipedema puro, donde el problema es la acumulación excesiva de grasa en lugar del exceso de líquido o la disfunción linfática, por lo tanto es una modalidad que en principio es solo recomendable en un porcentaje mínimo de estos pacientes.
Compresión
El uso de compresión tiene como objetivo reducir los síntomas de dolor, pesadez y edema, estilizando secundariamente el contorno de las extremidades. En caso de edema con fóvea, la descongestión con vendajes multicapa es fundamental antes de prescribir prendas médicas de compresión en la fase de mantenimiento. Se pueden usar durante el día, especialmente durante el verano y durante el ejercicio, siempre que los pies no se hinchen. Los pacientes refieren que sus síntomas se alivian desde el principio de su aplicación.
Referencias bibilográficas
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