Qué es la lectura crítica.
Es curioso la cantidad de publicaciones que vemos en las que ponen “basada en la evidencia”. Parece como un eslogan:
Ejercicio terapéutico “basado en la evidencia”.
Metodología [inserte aquí una marca registrada] “basada en la evidencia”.
Hábitos y estilo de vida “basados en la evidencia”.
Parece que hemos dado con la fórmula mágica del marketing y viene a decir que “x” herramienta/conducta/procedimiento es mejor que el resto porque la evidencia lo dice. Pero… ¿Qué es la evidencia?
El peso de la evidencia.
Si somos estrictos, podríamos decir que la medicina basada en la evidencia se basa en la lectura crítica de los informes de investigación médica publicados1. Sin embargo, aunque se venda de este modo, ¿realmente es así?
Lo ideal sería que cualquier estudio que se publicase no solo fuese de interés, sino que también respetase ciertas “normas” como, por ejemplo, que las personas escogidas para el estudio sean representativas, que el objetivo esté bien definido y delimitado, que el seguimiento haya sido adecuado, que se haya comparado con un grupo control si procediese…2
Además, los resultados deben ser aplicables, habiendo tenido en cuenta posibles sesgos, limitaciones…2 En otras palabras, el estudio en cuestión tiene que afinar muy bien para que podamos basarnos en él.
“Así que podemos hacer recomendaciones en base a estudios así, ¿no?”
Sí… Aunque primero habría que encontrarlos.
No todo el campo es orégano
Está genial que mostremos el interés de aprender cosas nuevas cada día, pero tenemos que ser realistas y saber que no todos los estudios serán iguales.
Lo primero que vemos en un estudio es el título, que, si nos llama la atención, nos lleva al resumen o abstract. Algunos se quedan ahí, pero no es suficiente…
Quienes pasamos a leerlo prestamos atención a la introducción para ponernos en contexto, a los métodos para saber en qué se basaban las intervenciones, a los resultados para saber qué ha ocurrido, a la discusión para ver la opinión de los autores y de otros estudios y, por fin, a las ansiadas conclusiones.
“¡Por supuesto! Hasta subrayo cosas interesantes para ver lo más llamativo.”
¿Seguro? Entonces sabríamos la población concreta que se analiza, los métodos de análisis de datos seguidos, el modo de evaluación de calidad de los estudios, la presencia de sesgos en el proceso que no siempre los autores mencionan o por qué dan por válido un resultado dado un valor p, ¿no?
Me dejo muchos otros supuestos, pero creo que esto nos puede dar que pensar…
Que me digan que el masaje con aceite de romero en la frente es efectivo para eliminar el dolor de cabeza está bien. Pero saber que se ha comparado con dar cabezazos contra la pared en el plazo de 6 meses y que el sistema de aleatorización y análisis de datos se ha sesgado está mejor.
Esto nos hace ver que no solo tenemos que leer, sino que también tenemos que ser críticos. Por ello, las revisiones sistemáticas y los meta-análisis son tan interesantes, porque recopilan la información y la evalúan adecuadamente…3 O eso creemos, pero ya hablaremos de eso.
De momento tan solo nos gustaría saber si no solo tenéis ese hábito de investigación, sino también si analizáis correctamente los estudios que leéis y sabéis lo que supone investigar.
¿Realmente somos críticos?
Esperamos vuestras opiniones al respecto. ¡Nos vemos pronto!
Bibliografía
- Cobos-Aguilar H. Lectura crítica de investigación en educación médica. Inv Ed Med. 2016;5(18):115-120.
- Barrio V, García-López F. Apuntes para la lectura crítica de un artículo sobre pronóstico. Nefrología. 2007;27(5):537-541.
- Agüera Sánchez MÁ, Barbancho Ma MÁ, García-Casares N. Efecto del ejercicio físico en la enfermedad de Alzheimer. Una revisión sistemática [Effect of physical exercise on Alzheimer’s disease. A sistematic review]. Aten Primaria. 2020;52(5):307-318.
